sábado, 28 de noviembre de 2009

El Mago de Cienfuegos

Ochún, hija de Yemayá y Obbabalá. Proviene de Nigeria, dónde es famosa por su participación en la creación del feto del útero. Ella preside el embrión junto con Yemayá, mientras Obbabalá es el escultor que le da forma humana.

Se me agita el corazón al recordar la noche en que conocí a Leo. En Cienfuegos, ciudad colonial, tranquila durante el día y musical donde las haya durante la noche. Intentábamos sacarnos de encima al “relasionista público” del grupo que iba a tocar en el Terry, cuando pasó un chico de los guapos guapos, y dejó caer sobre mi una fugaz mirada. En el momento en que Laura se fue a pedir otra ronda de mojitos, se acercó y me preguntó educadamente: disculpa, ¿te molesta si te pregunto de dónde eres?, por tu forma de vestir diría que eres de Barselona, ¿siii?¡qué bien! Yo tengo un hermano viviendo allí, me ha conseguido un trabajo y en noviembre me voy.

En noviembre se va, ya lo tiene arreglado, a éste no le intereso para nada más que para una conversación sobre Barcelona. ¡Barreras fuera!

Trabajo aquí, hago espectáculos de magia. ¡Mira! - me decía, mientras hacía desaparecer un cigarro de su mano y lo sacaba de mi oreja - mis manos tienen un don, hago magia, hago artesanía, recojo hierbas del bosque y hago jabones. Mi padre es santero, y yo hago magia con mis manos. ¡Qué manos sí! Pero mi mirada se posaba en las pestañas más largas, rizadas e increíbles que jamás haya visto.

Ochún nació en la desembocadura del río y el mar. Es la dueña de las aguas dulces, símbolo de la coquetería, la gracia y la sexualidad femenina. Representa la lucha de la vida. Le gustaba pasearse por el monte, dónde bailaba y cantaba. Oggún un día la vió pasar y quedó prendado de su belleza, sin poder contenerse la persiguió para poseerla, ella amaba a Changó, por eso huyó hasta llegar al río al cual se lanzó, dejándose llevar por la corriente.

Dos horas más tarde, bailaba salsa con el mejor bailarín de toda la Cuba que yo recorrí. Mi cuerpo danzaba mientras sus pestañas se clavaban en mis ojos. Yo me sentía torpe, y él levantaba mi barbilla con su mano, no mires los piés para seguirme, mírame a los ojos, conéctate primero con tu cuerpo, después conmigo y seremos uno. Dos horas más tarde aguanté una canción enterita sin bajar la mirada, me conecté y sentí mi cuerpo y el suyo al unísono. Cuando acabó la canción, me miró fijamente y me dijo con una de sus maravillosas sonrisas: ¡¡jodida, qué adentro te me clavaste!!.

No voy a dar los detalles de una historia que quiero guardar en mi corazón. Tampoco voy a explicaros cómo el decir que tenía los papeles arreglados era sólo uno de sus trucos para que la turista en cuestión no se pusiera a la defensiva. Al día siguiente, en el Piano bar, me cantaba canciones de amor mientras hacía un flor de papel con sus mágicas manos, conversábamos y me besaba con aquellos perfectos labios en los que podría haberme sumergido para siempre.

En mis historias de amor más intensas, siempre sentí una capacidad de conexión con el universo a través del sexo. Floto en el aire, me agarro fuertemente al otro y siento cómo la única manera de mantenerme unida a lo terrenal es adentrarme en sus ojos, oler su piel, agarrarme a su espalda. Si no me aferro, si no me agarran bien, caigo al abismo. Llevaba demasiados meses sin perder el control. Con Leo, por primera vez en mucho tiempo, me dejé llevar, incapaz de imponer un razonamiento lógico a aquella multitud de sensaciones que se me despertaban. Otra vez sentí la conexión, curiosamente con alguien a quien acababa de conocer a seis mil kms de mi hogar. La confirmación de lo que tanta gente me había dicho y yo me resistía a creer: la capacidad de conectar con el universo a través del otro, es sólo tuya Bridget, sólo tuya. En la cúspide de la emoción, escuché como a Laura otro chico guapísimo le cantaba las mismas canciones de amor, y ahí, en ese momento, un atisbo de razón penetró en una pequeña grieta que aquella conexión había dejado y me dijo: no te creas nada Bridget, es un profesional.

Aún no sé si escuchar aquello me salvó de la catástrofe o me impidió vivir aquella historia al máximo, si es que no lo hice. Quiero pensar que me salvó, que toda la vorágine de sentimientos que se despertaron en mi aquellos días, me hubieran perdido en el espacio si no hubiera escuchado aquella voz, apenas perceptible, que me decía: no te creas nada.

Aún así, él fue capaz de conmoverme cuando estuve enferma y me llevó a aquel hospital cubano lleno de gente que no tenía dónde sentarse, mientras a mi me ofrecían la única camilla que había, sólo porque era una turista.

Me siguió hasta Trinidad en autobús, porque yo no quise subirlo en mi coche y estuvo allí de forma ilegal para estar conmigo. Los días que estuvimos juntos conversamos y reímos a un nivel que creía que ya no iba a conseguir con nadie, por las noches salíamos a bailar, nunca bailé así, nunca nadie agarró mi cuello con tanta seguridad y me besó con tanta vehemencia. Pero yo siempre mantuve esa cordura que me decía que no lo creyera, que algo buscaba y le pedía que se respetara a sí mismo por encima de todo, y que no se vendiera nunca. La última noche, me confesó que tenía una novia en España, pero que lo que le había pasado conmigo era mágico, y estaba hecho un lío. Esa fue la confirmación de que aquello no era del todo limpio. No la dejes – le dije – yo no quiero llegar a España con un novio cubano. Él me pidió que confiara en él, tú no sabes por lo que yo he pasado, no tienes ni idea. Al día siguiente, el viaje continuó, sin él.

Siguiente destino Camagüey, conocimos dos parisinas tan descolocadas como nosotras, las subimos al coche y durante cinco días fuimos cuatro las que reímos, conversamos y bailamos hasta Barakoa, donde nuestros destinos se separaron. Santiago y la música en estado puro. En cada sitio conocimos gente, en cada lugar las personas te explicaban que estaban mal, que no podían hablar, que no podían decir según qué cosas, que no podían moverse con libertad. Cada vez que alguien me explicaba su historia, yo recordaba a Leo. Barakoa, el último Macondo, ciudad mágica en el lugar más recóndito de Cuba, preciosa, extraña y cautivadora, llena de gente de bien, alegre e inocente que por la noche te enseñaba a bailar mientras entre cerveza y cerveza te explicaban sus miserias. Yo no acababa de entender nada. Todos querían irse, todos detestaban sus vidas, todos hablaban de la libertad que no tenían. Y yo, sin embargo, me sentía tan libre. Cada mañana cogíamos el coche hacia algún destino, nos perdíamos y nos encontrábamos, cada día era una aventura llena de anécdotas y risas. Después Cayo Coco, Remedios, Cayo Santa María. En los Cayos sentí profundamente la injusticia, sólo entrábamos los turistas por dos pesos, los cubanos tenían que pagar seis, el equivalente a meses de su sueldo. Y dentro, playas maravillosas de aguas cristalinas copadas de cadenas hoteleras, de las que los cubanos no podían disfrutar.

No sé en qué momento decidí, sin consultar a Laura, enviarle un sms a Leo que decía, voy a volver. Él contestó: La espero en Cienfuegos.

Se dice que con Changó tuvo amores muy ardientes y éste siempre la prefirió a las demás. A Obba, legítima esposa de Changó, la traicionó Ochún cuando le aconsejó que se cortara las orejas para preparar el Kalulú, plato favorito del Dios del trueno, esto le costó a Obba ser repudiada por su esposo.

Convencí a Laura y atravesamos Cuba por lugares no turísticos para llegar antes a Cienfuegos, nos perdimos en un universo desértico lleno de gente rural, extraños que a los dos minutos nos pedían que nos casáramos con ellos. Una Cuba distinta, calmada, desértica, extremadamente calurosa y sin turistas. En Las Tunas, ya ni pesos convertibles aceptaban. Allí conocimos a Niurka, una mujer que parecía un hombre. ¿Uds no conocerán alguna mujer en España que quiera cartearse conmigo? Yo soy lesbiana de nacimiento, y aquí vivo feliz, toco la trompeta, pero no hay nadie, y me siento sola. Nos dejó un sentimiento de tristeza que aún no hemos conseguido superar, a su vez, una sensación de satisfacción ¡qué suerte la nuestra!. Algún día volveremos y un millón de posibilidades se abrirá en nuestro horizonte. Cada vez entendíamos más en qué extraño estado de la consciencia anidaba la falta de libertad, el miedo de los cubanos, el ansia de poder elegir un destino que otro había escrito por ellos sin consultarles.

Llegamos a Cienfuegos de nuevo, y volví a ver a Leo. Todo el viaje había sido un duro enfrentamiento con mi autocontrol, un soltar la desconfianza, un dejar que la gente se acercara sin ponerme a la defensiva. Cada día era más yo. Cuatro días más estuvimos juntos, cuatro días, viviendo en una casa ilegal para poder dormir con ellos, cuatro días de risas, de conversaciones, de sentirme deseada, querida y respetada, cuatro días pensando ¿qué más da si esto es mentira? Cuatro días bailando, cuatro días sintiendo que todo lo que quiera que fuese que había ocurrido en mi vida estos últimos años, merecía la pena si había sido para llevarme a aquel momento, a aquella situación. A sentir de aquella forma, a entender al otro, a solidarizarme con el otro. A confíar en el otro.

¡Vamos a buscar tu figura de la Caridad! me dijo un día… ¿de quién? – dije yo... Fui a su casa, me presentó a su padre, el santero que mirándote a los ojos te decía cosas, una casa demasiado humilde para aquel chico tan increíble y tan guapo. Él también se libró de algunas máscaras, y aquel anciano tan joven que me enseñó a bailar rodeada de niños que movían las caderas cómo yo nunca sabré hacer, mientras su hijo me besaba y me grababa en su móvil, miró en mis ojos y dijo: “Has venido a Cuba a soltar energía negativa, y vaya si la estás soltando. Dejaste atrás una relación, estabas enamorada pero te faltaba atención y cariño. Intentaste convencerte de que no pasaba nada, de que no necesitabas atenciones. No vuelvas a hacerlo. Eres todo corazón, y nunca serás feliz al lado de alguien que no te dé lo mismo que tú desprendes. Eres tan intuitiva que te asustan las voces que escuchas, confía en ti misma, y no pienses que estás loca, eres así, tienes un don, no te lo niegues. Busca a Ochún en La Habana, ella te guiará.”.

Nos llevaron a ver sitios que nunca hubiéramos visto, nos enseñaron el funcionamiento de la doble moneda, cómo se sentían utilizados, nos contaron todas las mujeres con las que habían estado, eran prostitutos, o lo habían sido, o querían dejar de serlo. Un día me dije a mi mismo que yo no era una máquina del sexo – decía Leo – que yo no tengo una rendija en el pecho por la que echar moneditas para poder follar. Tenían una teoría para la mujer de cada país europeo, las francesas eran las más frías y sinceras, las nórdicas las que mejor follaban, las españolas, las que más engañaban. Se sentían superiores a los hombres europeos, son flojos de cadera decían, y la tienen pequeña. Nosotras nos indignábamos, como si se metieran con los nuestros. Y una conclusión, dicen que las europeas vienen a Cuba en busca de sexo, pero en realidad no están faltas de sexo, están faltas de cariño.

Quizá tuvieran razón.

Una vez Olodumare se llevó todas las aguas para castigo de los hombres. Los ríos y las lagunas se secaron, los peces, los animales y los hombres se morían de sed. Ifán puso en un cesto ofrendas que debían conducirse al cielo, Ochún se encargó de ello. Eleguá le entregó aguja e hilo, Obatalá le indicó el camino al cielo a cambio de unos huevos que llevaba en su cesto. Una gran cantidad de niños cuidaba las puertas del cielo y les repartió dulces para que la dejaran entrar. Olodumare la oyó y accedió a dejar caer la lluvia de nuevo sobre la tierra. Se llenaron los ríos y la naturaleza revivió en todo su esplendor.

Le hablé de mi, le conté los duros meses de este último año, le dije que con él, pude sentir la conexión que pensé que nunca más sentiría. Siempre te estaré agradecida. Y mientras le explicaba mi historia hice lo que no había podido hacer: lloré un mar de lágrimas. Lloramos los dos, él por su falta de libertad y yo por la mía, una misma palabra para dos conceptos distintos. Quiero el amor auténtico, el de verdad, no quiero ese tipo de amor al que te aferras por miedo. Si no lo tengo, no quiero nada. Por eso estoy sola.

Una mañana me desperté entre sus brazos muerta de frío. Su cuerpo a mi lado estaba empapado en sudor, me preguntó mientras me abrazaba si quería apagar el aire. Pero si tú tienes calor, dije yo. Se levantó a apagarlo mientras murmuraba: tu opinión también cuenta. Aquella frase me estremeció: mi opinión también cuenta. Cuántos años para aprender aquella sencilla afirmación.

De Cienfuegos regresamos a La Habana, aún nos quedaban tres días para regresar. Leo me dijo que había conseguido dinero y que vendría conmigo a pasar los últimos días. Le dije que no. Necesitaba pasar esos días con Laura, acabar el viaje como lo empezamos, reposar las pasiones y los sentimientos.

Fue el último día en la Habana cuando le pregunté al señor de la casa en la que dormíamos si podría conseguir en algún lugar una estatua de Ochún. Entra en la cocina y habla con mi tía, ella te contará. Aquella oscura mulata vestida de blanco, me indicó donde estaba la iglesia de la Caridad en un perdido callejón de La Habana. Cuando me iba me agarró del brazo y me dijo en voz baja: “A Ochún la trajeron los africanos en su imaginación, y ahí es donde aún está. No preguntes por ella, pide una figura de la Caridad o no la conseguirás”.

Ochún se sincretiza en la virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Alrededor de 1620 dos indios y un negrito criollo, fueron a buscar sal a la bahía de Nipa, cuando vieron aparecer flotando en el mar una imagen tallada en madera de la Virgen María, llevaba en el brazo izquierdo al niño Jesús y en el derecho una cruz de oro, en la tabla había una inscripción que decía: Yo soy la Virgen de la Caridad.

Y así conseguí la figura de Ochún.

Hoy sé que no puedo ayudarle con sus papeles. Hay quién es capaz de casarse, yo no. También sé que no voy a engañarle, ni engañarme a mi misma dando cuerda a una relación que no tiene futuro. Hoy ya me he despedido de él y de todas las ilusiones que se me generaron al conocerlo. Hoy sé que las relaciones no son fáciles, que requieren un espacio más corto y un tiempo más largo para llegar a ser reales. También he escuchado a todas las personas que me han dicho que estoy loca, que no lo haga. A todas las europeas que lo hicieron y fracasaron. Hoy ya le he dicho que no puedo creerlo, que necesito a mi lado a un hombre en quien pueda confíar y que con él no sé hacerlo. Sólo él y yo sabemos lo que hubo entre nosotros. Y aún ahora, de vez en cuando, me suena el móbil y veo su nombre en la pantalla. Esa es su manera de decir que me recuerda. Yo no contesto, ni le escribo.

Protectora de los amantes y amores ilícitos, siempre dispuesta a escuchar cualquier problema o pena de amor que le vengan a contar sus hijos. Es también la diosa protectora de las mujeres embarazadas. Diosa de poderoso magnetismo que representa la intensidad de sentimientos y la espiritualidad, la sensualidad humana, la delicadeza, la ternura, el amor y la feminidad. Interiormente es sufrida y triste. Representa el rigor religioso y simboliza el castigo implacable.

Dicen que Ochún acudió a Cuba desde África, en auxilio de los esclavos que habían sido conducidos hasta allí. Han pasado muchos años desde entonces, la esclavitud se abolió y en Cuba hoy, todos se han mezclado y no existe racismo. Pero no hay libertad, nadie puede salir de allí, ni siquiera para darse cuenta de que el mundo que existe fuera no es tan idílico como imaginan. En Cuba me sentí libre, porque no tuve miedo, por primera vez entendí que la mente nos pone barreras infranqueables, barreras que nos impiden no sólo perseguir lo que queremos, sinó también saberlo con exactitud. Que no nos dejan confíar en el otro y en uno mismo. Barreras que nos niegan escuchar esa voz que emana de nuestro corazón, que crean rencores y odios difíciles de superar. Barreras de miedo que no nos dejan amar. Salvar esas barreras, incrustradas en nuestra psique por siglos y siglos de manipulación social, religiosa, familiar e individual, es ardua tarea. Quizá una empresa imposible, el santo grial, la espada del rey Arturo…

A veces sin embargo, una es capaz de percibir un atisbo de inmensidad, una porción de vida intensa, mágica y maravillosa, un trozo de felicidad. Y por un instante, llega a entender porque es tan increíble estar vivo y ser humano. Después, todo vuelve a la normalidad, y vuelvo a ser esclava de mi misma, de mis miedos y de mis barreras protectoras. La lucha continúa. Pero no quería despedirme del todo, sin antes hacer un homenaje, ínfimo para él, enorme para mi, que es intentar desprender en este escrito algo de su grandeza como persona, de su poder como hombre. ¡¡ Gracias !! Por haberme enseñado que la luz, la luna, las estrellas y todos los planetas del universo pueden volver a conjugarse, cuando menos lo esperas, para hacerte sentir de nuevo aquello que creías que sólo sucedería una vez. Gracias por cuidar de mi, por darme tanto, por intentar ser sincero en la medida en que podías, por besarme así, por sentirte celoso, por hacerme sentir tan mujer, por enseñarme el respeto hacia uno mismo, la dignidad. Adiós y Gracias Mago de Cienfuegos, ojalá consigas lo que buscas, y te haga feliz.

Bridget (hijadeOchún).

5 comentarios:

  1. La espera ha merecido la pena! Bonita historia!!!
    Solo quiero decir q creo q el padre de Leo es la segunda reencarnación del rey de Salem desde la aparición de Pau. Haz caso de las señales y de sus palabras ok?!!! Un besazo gigante a la hija de Ochún!

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  2. "Gracias por cuidar de mi, por darme tanto, por intentar ser sincero en la medida en que podías, por besarme así, POR SENTIRTE CELOSO, por hacerme sentir tan mujer, por enseñarme el respeto hacia uno mismo, la dignidad..."

    Exacto....

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  3. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
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    CON saludos de la luna al
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  5. Para que llame hoy mismo a mi celular.
    Lee atentamente esta oración y haz lo que te dice sin ignorar los pasos que te pide seguir. Porque si no solo obtendrás los resultados contrarios de lo que pidas. Piensa en la persona con la que quieres estar y di su nombre para ti 3 veces. Piensa en lo que quieres que ocurra con esa persona en la siguiente semana y repítelo para ti 6 veces. Ahora piensa en lo que quieres con esa persona y dilo 1 vez. Ahora di: Rayo de luz yo te invoco para que desentierres a _____ donde esté o con quien esté y le hagas llamarme hoy mismo enamorado y arrepentido.
    Desentierra todo lo que está impidiendo que ______ venga a mi ___________. Aparta a todos los que contribuyan a que nos apartemos y que él no piense más en otras mujeres, que solo piense en mi ___________. Que él me llame y me ame. Gracias, gracias por tu misterioso poder que siempre cumple con lo que se le pide.
    Luego tienes que publicar la oración 3 veces, en tres sitios diferentes. Suerte.

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