lunes, 20 de abril de 2009

BAHIA

Resulta que Bahía es una región de Brasil, y Salvador su capital, detalles tontos que se aprenden cuando viajas. Es como si alguien viniera a Barcelona y dijera que viene a Catalunya, nos sonaría raro, pero cuando eres de fuera, esas cosas pasan. Es tan grande el mundo, que muchos detalles se nos escapan.

Llegué ayer de Salvador de Bahía, tierra de Yemanyá, orisha de la maternidad, madre del mundo, dueña del mar… Aún estoy confusa por cómo plantear este post, hay muchas cosas por explicar aunque sienta que no es necesario detallarlo todo, quisiera poder llegar a expresar sentimientos sin necesidad de explicarlos, pero no sé si sabré. Quizá lo haga en dos partes y me reserve las anécdotas para la segunda.

Acabé en Bahía quizá por caprichos del destino, mi intención era ir a Cuba y hacer un viaje de relax. No son precisamente éstos los viajes que me dan la vida, pero este año necesitaba sol, necesitaba mar y aquí sabía que aún no lo iba a encontrar. Tenía que ir con Nuria y Laura, mis amigas-hermanas, pero Nuria no pudo venir. A una semana vista estábamos buscando viajes a Cuba en internet y apareció Salvador como una opción muy barata, recordé a Sila y a su adorada Yemanyá, y en un arrebato y un par de clicks, ya teníamos viaje. Aquella tarde a Nuria se le incendió la casa, y no pudo venir. Cuando viajamos las tres por el mundo y por la vida, Nuria es la hermana mayor, la fuerte, la que inspira seguridad, la que sabe siempre lo que hay que hacer y cómo. ¡¡La echamos tanto de menos!! No sé porqué con ella, una se siente siempre menos vulnerable, más protegida, y sin embargo últimamente parece que la vida la ponga a prueba, parece que le diga ¿no eres tan fuerte? Pues apechuga con esto, y ahora, con esto otro…y al final, cuando parecía que todo estaba tranquilo, se le incendió la casa. Y ése debe ser Pluton en Capricornio que le dice: ¿siempre tienes que ser tú la que cuide de los demás? Ahora te toca dejar que los demás cuiden de ti.

Así que nos fuimos Laura y yo solas. A una ciudad, Salvador de Bahía, que nos dijeron peligrosa y enorme. Y allí aparecimos, desprotegidas y huérfanas de Núria.

En efecto, es enorme. ¿Peligrosa? como cualquier otra ciudad diría yo. Una mezcla impactante de cientos de edificios altísimos y modernos, que parecen incrustrados a piñón en el centro de un pequeño pueblo de pescadores venido a más. En sus playas, maravillosas, capoeirean cuerpos esculturales que hacen surgir tu parte masculina. ¿Qué quiero decir con eso? Nos han vendido que los hombres le dan más importancia al físico, mientras que las mujeres necesitamos sentir "algo más" para tener una relación sexual. ¡Y una mierrrda! La única verdad es que aquí no abundan cuerpos masculinos como esos y nos tenemos que buscar el "algo más" para encontrar un aliciente y tenemos suerte si lo encontramos. El palmarés de la belleza en Europa se lo lleva la mujer, en otros sitios, lo siento mucho, los hombres son bellos, extremadamente bellos, y cuando los miras se te despiertan toda clase de oscuras intenciones y entiendes, cómo a veces, el sexo puede ser eso “sólo sexo”, mezcla de dos cuerpos que danzan al ritmo del corazón salvaje de la madre tierra mecida por las olas del mar. ¡¡joder, peazo de frase!! Y no es que tuviera sexo en Bahía, que no lo tuve, pero la imaginación se te disparaba a una velocidad difícil de frenar.

Hace unos años estuve en Costa Rica, una vez, otra vez, y otra. Viví una historia de sexo...y de amor, no sé porqué nunca me atreví a llamarla así, quizá porque en un principio, me pareció sólo eso, sexo, sencilla atracción física hacia un hombre tan perfecto que sólo mirarlo era puro placer. Ya, desde el principio juzgué sus palabras de amor como embustes creados sólo para conseguir de mi un objetivo, el sueño de Europa. Y la segunda vez que fui sólo a verlo a él, ya llevaba mi coraza puesta, mi máscara de mujer moderna que iba en busca de una historia de verano, a divertirse, a follar y a conocer otro país, nada más. Pero no es tan fácil, al menos para mi, relacionarme con alguien a un nivel superficial, y la convivencia, el día a día, hicieron que cayeran una a una todas las corazas que llevaba puestas, y que sintiera como a medida que las iba perdiendo yo, también las iba perdiendo él. Y que al final dentro de aquel cuerpo aflorara una persona real, con virtudes, con defectos, con ilusiones, con frustraciones y tan digno de amor como lo somos todos. Como lo soy yo. Puerto Viejo, los sonidos de la selva, el runrun de las olas en aquella casa aislada, y yo allí, sola, esperando a mi hombre que aparecía y desaparecía a su antojo, porque esa era su forma de vivir en libertad. Que me llevaba a Manzanillo a contemplar como se ponía el sol mientras me abrazaba y me decía “ahora tú y yo somos millonarios”. Uyy!! Me estoy cambiando de país, y no es ahora el momento de hablar de esta historia, sólo quería traerla a colación porque de alguna manera, desde entonces, hay algo en mi que me impide buscar sexo fácil en un país de esas características. Es algo que me resulta como inmoral, porque ahora ya sé que eso de que “lo esencial es invisible a los ojos” es algo más que una bonita frase de “El Principito”.

Aunque en Brasil, las personas desprenden una alegría que me ha impactado sobremanera, una convicción de estar viviendo la mejor vida que pueden vivir que choca con nuestra mentalidad europea. Un nivel de espiritualidad especial, que sorprende. Y esos cuerpos esculturales, cuando se acercan a ti, te hablan de la mente, del espíritu, de la maestría, y no beben, y no fuman, por que entienden que hacer daño a su cuerpo es hacerse daño a sí mismos. Y eso, yo no lo esperaba encontrar en Brasil. Acostumbrada a la imagen de los futbolistas, me esperaba encontrar un pueblo fiestero, lleno de borrachos, drogadictos y vagos. Y aunque los hay, como en todas partes, no es eso lo que se desprende en el ambiente, al menos en el pequeño gran punto de Brasil en el que yo he estado. Es cierto que la fiesta se vive en todas partes, pero es una fiesta rítmica, musical e incluso espiritual, como una especie de alegría innata que hasta da envidia. Éramos nosotras y el resto de turistas, las que relacionábamos el sexo con aquellos adonis oscuros, sudorosos y perfectamente esculpidos, que danzaban a ritmo de pura percusión en medio de Pelourinho, ellos sólo estaban dejando fluir su cuerpo con aquellas melodías que parecían provenir del mismo centro de la tierra. Laura estaba alhelada y miraba con ojos desorbitados mientras decía: - nunca me había resultado el sudor tan atractivo. - ¿entiendes ahora Laura, que en Costa Rica me levantase de madrugada, sólo para sentarme en una silla a contemplar aquel cuerpo desnudo tendido en mi cama?; - Síiiiiiii, yyy taaanto que lo entiendo.

Pero todo tiene un precio. Y el que yo pagué, fue adquirir la capacidad de ver al ser humano y olvidar su cuerpo. Y entender que yo no podía darle el amor que él merecía.

Salvador de Bahía, Yemanyá, Fabianne, Romario (o Ronaldo como Laura se empeñaba en llamarlo), Nonó, Edson, Buba, Junior…todas las personas que aparecieron por nuestro camino y nos protegieron de una manera u otra, con informaciones, con besos, con piropos, con proposiciones de matrimonio o con consejos. Aquellos que nos hiceron reír, que nos timaron de tan buen rollo que nos alegrábamos de que lo hubieran hecho. Y las islas, Itaparica, Morro de Sao Paulo. Imposible perdérselo, imposible.

Un par de días antes de partir, mi chico del post anterior, me escribió un sms que decía “he leído tu blog, está bueno, he visto que vas a Salvador, yo estuve ¿querés que nos veamos mañana o mejor a la vuelta?.”

Él estuvo. Yemanyá, Salvador, le gustó mi blog, a pesar de que hablara de él sin avisarle…¿y por qué esperar a la vuelta si podemos vernos mañana?...Y por él conocí la Iglesia do Bonfim, y la isla de Itaparica, y otros mundos más íntimos que no voy a desarrollar ahora, porque se me mezclan las historias.

Pero es que este viaje ha sido un poco eso, la mezcla de muchas historias que convergen en unos días de Semana Santa, que han sido pocos, porque siete días son escasos para un país desconocido, y cuando empiezas a aclimatarte, a entender el idioma, y que no todo el que se te acerca quiere robarte o casarse contigo, a moverte con confianza, ya tienes que irte. Ya tienes que volver a tu vida, la de aquí, la de lo que te pertenece, cuando empiezas a intuir que nada en realidad te pertenece, que estás aquí como podrías estar allí, como podrías estar en Costa Rica, junto a Isaac. Y hoy, como siempre que algo me recuerda a él, recibo un mail suyo, que nunca contestaré.

Y ayer, en casa, mientras pienso en lo duro de retomar mi día a día, llamo al Duch que me invita a un café y me habla de las voces del desierto; me llama Eva y me cuenta su historia que algún día, cuando me dé permiso, escribiré en el blog; me llama Nemo y me dice que vendrá la semana que viene a pasar unos días en casa, y siento que está mal y que a pesar de ello, me apetece verlo y hablar un poco; y me llama Sara y me dice que el sábado vuelve Mariola tras un año viviendo en China y que quiere vernos y me hace tanta ilusión volver a compartirlo todo con ellas, y tengo mail de Marian que sigue triste porque a pesar de que la Sentencia le ha dado la custodia, va a ser muy difícil ejecutarla en Siria y paso el día pensando en qué podría hacer para ayudarla. Y vuelvo a mailearme con las supernenas, y el trabajo se me hace corto, y Sara escribe en mi muro que está esperando el blog, y Ariadna me dice que siga con esto y que no me corte un pelo… Y a partir de mañana le escribiré un mail al chico del sexo paso, volveré a acordarme de mi ex, me tomaré esa cerveza con Carles, ese café con Joan, ese “algo” con Ramón, y escribiré a Paco que hace tiempo que no respira, volveré a ver a Sila, a Gemma, haré danza del vientre, prepararé con Mercé la salida del finde…y ¡quién sabe lo que me deparará el futuro!, pero estoy en el sexo paso, el de vivir el presente, y siento que mi vida está tan llena de gente excepcional que ahora mismo no podría estar en otro lugar que no fuera escribiendo delante del PC. Aunque me caiga de sueño, y aunque esa ilusión de ir descubriendo todo lo auténtico que habita en mi, que se confirma mientras escribo, se diluya en los acontecientos del día que irán formando mi vida, para que dentro de poco vuelva a ponerlos en este blog, y sienta mientras lo hago, que todo al final, es un aprendizaje.

Bridget (vivalacapoeira!!)

1 comentario:

  1. Seré irreverent, però de vegades m'enfarfega una mica la profusió de les referències al sexe en escrits sincers com el teu. I el cert és que no ho dic des de la beneiteria, perquè potser la importància del sexe en la meva vida s'acosta al 80%, d'acord amb l'omnipresència que li concedeixo. Ara bé, dius coses força interessants: les teves apreciacions relatives a l'observació de la bellesa i alguna altra cosa connexa... I per això t'explicaré una de les meves darreres experiències: una situació tan enormement sexual que, de sexe, n'hi va haver ben poc. Meres abraçades que no hauria canviat en aquell moment per cap clímax, per cap altra cosa, perquè res no hi hauria estat a l'alçada. No serà això el que en realitat estem buscant tu, jo i tantes altres persones que es mouen entre les hores i els dies espigolant imatges i sensacions enmig de les persones que els envolten?

    ResponderEliminar