domingo, 17 de mayo de 2009

Conversaciones con Mercurio

Sé que tocaba el post de las anécdotas en Salvador de Bahía pero hoy siento que toca otra cosa. Llevo todo el fin de semana sumergida en el mundo de las licencias ambientales ¡apasionante! La verdad es que desde que regresé de vacaciones prácticamente no he hecho más que trabajar. Me contrataron para dar unos cursos. Era un dinerito que me venía bien, y un reto, ya que yo nunca había dado clases y acepté, pero el curro que me está dando no me lo compensa el dinero, y encima dicen que después Hacienda se lo lleva casi todo, así que…al final, me quedo con la experiencia de dar clases y hablar en público.

Sila insiste en que mi Mercurio en casa tres le habla de que yo he nacido para comunicar, y cuando le dije lo de los cursos me espetó: tanquila, irá bien, tú has nacido para eso. No sé si fueron sus palabras o mi Mercurio, pero lo cierto es que tras un día entero de nervios, entré en clase, empecé a hablar con la gente, y al cabo de un rato, ya no recordaba que tenía un auditorio. Estaba hablando sin guión y una cosa me llevaba a la otra con una facilidad pasmosa. Estoy satisfecha, no sé si he nacido para comunicarme, pero el pasado martes, lo hice y sentí que transmitía lo esencial.

Y hablando de comunicación…pienso en Mercurio...

El planeta más pequeño, es también el más próximo al sol, parece avanzar y retroceder a su servicio a lo largo de su órbita, como corresponde a su calificación de mensajero. Resulta muy difícil verle, aunque no signifique que no está.

Mitológicamente es el equivalente romano del Dios griego Hermes, hijo de Zeus y de Maia una de las pléiades. El mismo día que nació inventó la lira y engañando a su hermano Apolo, le robó el ganado. Éste se enfadó y lo denunció, pero a Zeus le encantó aquel niño tan inteligente y hablador y lo convirtió en portador de su copa. Dios de la magia, la medicina, la astrología y la alquimia... La versatilidad y el manejo de herramientas que conmutan el mundo, son sus rasgos más notables.

Es el mago en el tarot, el número uno, representa el movimiento contínuo de la creación, con su vara concentra y dirige la energía, que su predecesor el loco, número cero, desprende de forma inconsciente. El mago está a punto de hacer algo y de hacerlo para nosotros. ¿quién sabe si iniciar el proceso de autorrealización o individuación Junguiana?.

Mercurio me habla últimamente, y me dice que no me fíe de todo lo que creo que es cierto, trae a mi mente sucesos de mi pasado que influyen en mi consciente y me muestra como la realidad, no siempre es única e indudable.

En este proceso, pienso lo curioso que es cómo a veces tenemos la sensación de estar en lo cierto, ponemos la mano en el fuego por algo, nos peleamos y luchamos por lo que creemos con seguridad, y después, ¿quién sabe cuál es la verdad?.

Vereis. Ahora me siento un poco más tranquila con respecto a mi relación anterior. He estado, y estoy, un tanto desubicada es cierto y con tendencia a la melancolía, quizá sea por que los triunfos del Barça me recuerdan a mi ex y a cuando compartíamos esas cosas juntos. Aunque, en aquellos momentos, los triunfos no eran del Barça precisamente. Veo ahora a la gente entusiasmada y recuerdo como apenas hace un año insultaban y gritaban a jugadores, entrenador y directiva, y me hace pensar, en cómo cambian las cosas, en lo fácil que es estar arriba, después abajo, y después desaparecer. Y aunque me parece injusto, supongo que tendrá su razón de ser. Recuerdo a Raikjart y ahora veo a Guardiola y pienso ¿y si es simplemente cuestión de suerte? Quizá, en un futuro, será él vilipendiado, y su tranquilidad o su desgracia dependerán de cómo haya sabido vivir él estas victorias hoy. Veo a Guardiola estos días, y siento a Mercurio. La energía de un gran equipo existía pero necesitaba un rumbo, una proyección. Él utilizó los recursos de los que disponía y supo dárselos. Ahora, recoge los frutos.

En el mundo arquetípico, Mercurio, como todos, tiene un lado positivo y otro negativo. El poder se puede utilizar al servicio del bien o del mal. El don de la comunicación se puede convertir en la capacidad para la manipulación y el engaño, a los demás, y en su peor acepción, a uno mismo. La vida es una constante lucha para contener las fuerzas en equilibrio.

Tengo la sensación de que cada día nos estamos forjando el siguiente, y no sé decir con exactitud de dónde me viene este conocimiento. Estoy en el sexo paso, el de vivir el presente, y ahora empiezo a acercarme hacia otro lugar, más extraño, más desconocido. Vivir el presente sí, pero ¿cómo? ¿sintiendo a tope, sin pensar en nada más que en tus necesidades, siendo egoísta?. Parece que esa haya sido la acepción más común de este aforismo, pero ... ¿y si hay otra manera de vivir el presente?.

Como os decía, a pesar de que aún sienta cierta nostalgia, ya me encuentro en ese momento en el que puedo analizar con tranquilidad lo que pasó sin sentirme ofendida, y hasta reírme un poco de mi misma. Y en el fondo, una acaba entendiendo, lo difícil que resulta comunicarse en las relaciones, sean del tipo que sean. Por que lo que entendemos en un mensaje, lleva implícita una carga de nosotros mismos, de ideas preconcebidas, de deseos frustrados, de esperanzas y de prejuicios.

Un inciso.

El otro día en un acto público de mi trabajo regalaban unos libros. Me encontré con un compañero que había metido en una bolsa un ejemplar de cada uno de ellos y quise gastarle una broma diciéndole: “Ahh!! ¿tú también has cogido libros? Están muy bien, quedan monísimos en las estanterías de casa!!” Él me miró extrañado, con ojos de pavor, y con una sonrisa forzada me dijo muy serio: “Hombre!! No te creas, yo me los leo!” Yo no le respondí, me giré y me puse a hablar con el de al lado, no sin antes pensar: “No ha entendido mi chiste, ¡¡será corto!!”.

Después en mi casa, me reía sola. ¡Hay qué ver cómo son las cosas!. Yo me he quedado con el convencimiento de que este chico es corto. Pero, si él no ha entendido mi broma ¿qué habrá pensado?. Y me lo imaginé, hablando con su novia y sus amigos diciendo: ¡mira que es tonta y superficial esta tía que no sabe que los libros están para leerlos!. Cómo él daría su propia versión, sus amigos no captarían mi tono jocoso, y al escuchar la historia exclamarían: “¡¡qué dices!! ¡¡qué fuerte!! ¿y esta tía ha estudiado Derecho? ¡joder! ¡cómo está el patio!, debe de pensar que lo único que se lee son los códigos de leyes.” Alguno más avispado diría: “pero ¿no sería una broma?” Y él aseguraría que no “¡os juro que me lo dijo en serio! Si cuando le contesté que yo me los leía se quedó sin palabras y miró a otra parte.”

Es gracioso. Pero me ha hecho pensar cómo a veces diferentes versiones se corresponden con la realidad sin que ninguna sea mentira, y cómo crean actitudes en las personas, que a su vez, si casualmente han encontrado más estudiantes de derecho que los hayan decepcionado, llegan a concluir axiomas del tipo: “todos los abogados son idiotas.” o “todas las mujeres son iguales”. Como aquellas lecciones de lógica en el instituto que decían “cuando llueve la calle se moja.” Pero ¿se moja realmente la calle cuando llueve?.

Yo pensé que mi clase había salido bien. De hecho algunos me felicitaron y me dieron las gracias al acabar. Otros, se fueron sin decir nada ¿cuántos de aquéllos no comentarían después, vaya rollo de clase, no he entendido nada?. En una clase de veinte personas puede primar la regla de la mayoría, pero para el que no me ha entendido, la pura verdad es que yo no me sé explicar, y puede que si le hubiera dado la clase a él sólo, yo misma hubiera concluído que en efecto, no sirvo para esto.

Por eso la realidad a veces depende no sólo de cómo la enfoquemos nosotros, si no también de cómo se desarrollen los acontecimientos y de con quién nos encontremos.

Ayer chateé, por primera vez en mi vida. ¡¡qué cosas!! Llevaba un tiempo dando mi messenger a los chicos que me parecían atractivos en un programa de esos para buscar gente, pero nunca me conectaba. Ayer me decidí. De repente, alguien me dijo: “hola”. Recordé que era un chico de esos súpercachas al que le di mi messenger porque pensé que yo nunca había estado con un hombre de esos musculosos de gimnasio y me pareció interesante como experiencia. Sin embargo, no pensaba que fuera encontrar nada más que esos músculos. Cuando me dijo hola, pensé, “¡vaya!, me ha tenido que entrar el único que no debe tener cerebro”. Y sin embargo, dos horas después aún estábamos hablando. “¿a qué te dedicas?”, “soy veterinario”,¡¡coño veterinario!!, primera en la frente, no es que los animalitos sean santo de mi devoción pero nunca había conocido un veterinario y no me lo imagino precisamente ultramusculado. “yo soy abogado”, “me parece muy interesante, así puedes ayudarme a atracar un banco”, “uyy, no sé si en eso podría ayudarte”, “podrías esperarme en el coche y arrancar cuando saliera”, “oye, ¿tú no serás de esos que controlan a sus parejas y tal?”, “qué vaaaaaaaaaa, yo a mi pareja siempre le dejo dos metros de cadena”,”¿y tú tomas anabolizantes y conservantes?””sí, y vitaminanizantes, mineralizantes y acidulantes” … Me lo pasé bien, ¡¡qué quereis que os diga!!.

Cuando conocí a mi ex tuve la sensación de que había encontrado a alguien que se adaptaba perfectamente a mis necesidades y yo a las suyas. Cuando hablábamos, todo fluía, nos comunicábamos, dialógabamos, sabíamos jugar con las miradas, entender los gestos, yo no podía creer que existiera alguien así. Más tarde todo empezó a torcerse, yo sentía que él no me entendía y él muchas veces reaccionaba de forma desmesurada por comentarios que yo hacía en broma o sin darle importancia. Al principio, cuando se enfadaba, yo intentaba entender porqué se había molestado y cuando captaba como habían ido sus razonamientos, le decía que lo sentía y que mi intención había sido otra. Quizá ese fue mi error, porque eso me llevó un año después a quedarme sin reservas de energía. Todos mis esfuerzos mentales iban destinados a entender porqué me hablaba así, porqué me contestaba asá, porqué me negaba algo que para mi era normal, porqué me castigaba, y al final me quedé sin fuerzas. Y es que comprender porqué él hacía cosas que a mi me molestaban, no hacía que dejaran de molestarme. La varita que nos regaló Mercurio al inicio, se había marchitado.

Como sabeis, la decisión de acabar la relación fue mía, pero aún así, pensé que algún día reaccionaría y ante su incomunicación, yo me quedé dolida, echándolo de menos y enfadada pensando en todas las cosas que me había hecho. Viviendo mi proceso de rabia y decepción, preguntándome como él no era capaz de entender lo injustamente que se había comportado conmigo. Cuatro meses después quedamos para hacer un café, y me dijo que mi abondono le había provocado la misma rabia que me provocó a mi.

Estos días, a veces, he pensado que los dos nos quedamos igual de despechados. Yo con mis razones y él con las suyas. En el fondo de mi misma subyace un sentimiento de seguridad porque sé que las mías son más fuertes que las suyas, y también sé que él lo sabe. Pero no es capaz de entenderlo, porque quizá no pueda.

Su verdad era una, y la mía era otra, y ambas probablemente se correspondían con la realidad. Igual que el chico que piensa que yo no sé que los libros sirven para algo más que para decorar mi comedor. Mi ex pensaba que las mujeres sólo queríamos cazar a los hombres y aprisionarlos. Esa era su verdad, y mi única forma de convencerlo de lo contrario, era abriendo las puertas de su prisión y dejándolo marchar.

Pero la realidad, mal que nos pese, es que no existen culpables si no verdades diferentes y mentalidades inaccesibles. Mi ex encontraba justificaciones a todos sus actos, y probablemente existieran tantas como existían las que no los justificaban, que eran a las que yo me acogía.

Para algunas personas el amor es sufrimiento y la pasión arrebatamiento. Para mi, el amor debe ser alegría, ilusión, franqueza y crecimiento. Pero el que entiende que amar es puro sacrificio, cuando llega el tiempo de la tranquilidad, tiene que buscar motivos de pelea o se aburre. Lo sé porque yo también fui así. Siempre he pensado, que las pelis que acaban justo en el momento en el que, tras un período de sufrimiento y desencuentro, empieza la historia de amor real, no deberían llamarse pelis de amor. Y los de nuestra generación nos hemos tragado unas cuantas. Mi ex era un romántico que adoraba Pretty Woman, Oficial y Caballero…esas cosas, que al principio me parecían tan graciosas viniendo de un hombre, eran las bases de nuestro no entendimiento. Y no precisamente por que nuestros gustos cinematográficos fueran distintos, si no porque llevaban implícito un trasfondo diferente de dónde cada uno buscaba la felicidad. Eso no es culpa de nadie.

Quería hacer estas reflexiones sobre la comunicación porque el entender que cada uno tiene su verdad y que todas las verdades se fundamentan en hechos reales, me convierte en la mujer tolerante que siempre fuí. Pero la tolerancia, traspasados unos límites puede convertirse en estupidez. Y la capacidad de poder argumentarlo todo, que tan válida es para ejercer de abogado, en las relaciones me convierte en una ingenua. Quizá la seguridad en uno mismo consista en aceptar que mi verdad, aunque no sea la única, es la mía y tiene un valor preponderante con respecto a la de otros, porque para eso he pasado 37 años viviendo situaciones que me han llevado a construir la personalidad que tengo ahora y de la que, ¡qué coño!, me siento bastante orgullosa.

Yo, que soy puro aire, tengo que aceptar que, en mi caso, las cosas siempre pasan antes por mi mente que por otros centros. Sin embargo, últimamente, desde que intento salir de mi cabeza y escuchar hacia dónde me guía mi cuerpo, muchas veces siento que éste también dice sí o no a determinadas cosas, y quizá Mercurio nos hable de cultivar una cierta democracia en nuestras propias personalidades, intentando entender, sentir, intuir y comprender de forma equilibrada. Y utilizando todas nuestras herramientas, orquestar nuestra propia melodía, y encontrar verdades, más profundas, que no se tambaleen a la mínima de cambio.

Las ideas preconcebidas, como ver una foto de un tío cachas y pensar que no tiene cerebro, como soltar una gracia y pensar que son tontos los que no te entienden, dar una clase y concluir que el que no te ha entendido es porque no llegaba él, o pensar que si tu pareja no hace lo que tú crees que debería hacer está actuando injustamente. Son mis verdades. La vida y sus circunstancias hacen que me replantee algunas y que me ratifique en otras. Y el tiempo da o quita razones, que a su vez cada uno interpreta a su manera, y así seguimos comunicándonos los unos con los otros, entendiendo y desentendiendo argumentos, dudando y asegurando; y con todo ello, generando los pequeños acontecimientos de cada día que a su vez se agrupan en grandes acontecimientos, que engendran el futuro. Esa es mi nueva manera de vivir el presente, una manera mercuriana, a través de la cual reconozco mi hoy en mi ayer, y asumo mi cuota de responsabilidad para con lo que venga.

El chico del sexo paso ya ha desaparecido de mi vida, tras vernos en varias ocasiones, ya cumplió su función y supongo, que yo cumplí la mía. Esa es mi verdad, ahora, quizá antes me hubiera comido el tarro pensando en porqué se fue quedándose ¡el muy capullo! con mi sujetador que se abrocha por delante con lo bien que me iba para las camisetas entradas. El chico del chat me dijo que internet estaba lleno de mentiras. La realidad también. Mentiras, errores o verdades contrariadas. Pero ese es el terreno en el que nos movemos, quejarnos no lo va a mejorar, es el momento de empezar a crear.

Plutón entró en capricornio a principios de año, y todo lo que no está construído sobre fuertes cimientos se tambalea, para darnos la oportunidad de empezar de nuevo. Quién sabe si destruídas esas capas y fachadas, poco a poco, irán apareciendo esas verdades universales e irrefutables sobre las que uno pueda asentarse con seguridad. Mientras escribo, siento a Mercurio, Hermes o quienquiera que sea, revoloteando a mi alrededor. De vez en cuando se apoya en mi hombro, mira lo que escribo y sonríe. Pero no sé si lo hace por que mientras me ve escribir identifica mi obsesión por dar forma de texto a mi energía interna, con su pasión alquímica, o por que le parezco una ingenua, que sueña con que llegará el día en que se entenderá a si misma y podrá actuar de manera sana y pura ante quienes la rodean. Al fin y al cabo, él es un embaucador, y yo estos días, vivo en su reino.


Bridget (enlosbrazosdemercurio)





2 comentarios:

  1. Inauguro els comentaris, després de llegir-me amb atenció crítica tot el que dius; atenció perquè m'interessa el que surt de tu, i crítica perquè la gràcia és a veure determinats matisos. Som-hi:
    - Mercuri, sí; però, Venus, Júpiter, Saturn... Recordem, si més no, els eterns tres centres tan difícils de posar d'acord: ment, sentiments i instints (amb els noms que vulguem). Tant de bo l'entesa merament dialèctica ens permetés copsar-ho tot prou...
    - Orgullosa de la personalitat que has anant construint durant 37 anys? Un tòpic com un cabàs (de l'estil televisiu del "porque yo lo valgo")! És aquesta construcció de la personalitat allò que, per desgràcia, hem d'anar desfent a partir d'un moment, per començar a entendre justament tot el que dius en el teu aquest darrer escrit. Si no desmuntem la personalitat, tal com l'entenem encara, és impossible conciliar tants extrems oposats, tanta paradoxa, tanta interpretació encreuada.
    - Per resoldre el que acabo de dir, la clau, per a mi, és l'acceptació: va bé dir-se un moment i un altre "Accepta allò que se't dóna" (un somriure, un regal, una incertesa, l'absència del sostenidor amb el gafet al davant, la imatge d'un petó que mai no cobrarà vida...).
    - I, arran del punt anterior, deixem (si podem, ai las...!) de tenir expectatives tan intenses, perquè d'aquí plora la criatura (expectatives de rebre aquell somriure, aquell regal, de no patir incertesa, de recuperar el sostenidor usurpat, de voler de totes totes aquell petó fugisser...). No es tracta de renunciar-hi, sinó de ser conscient que el temps passa i no tornarà mai més (situar el passat on toca) i alhora que el futur ens trepitja els talons i ens empeny (il·lusionem-nos perquè ens vindran moltes coses: però no potser les que sospitàvem, sinó unes altres; per tant, hem d'estar preparats a agafar-les i, sense remei, a deixar anar les que el vent s'emporta amb força, per més que les vulguem retenir).
    Res del que he dit és fàcil; més aviat és molt difícil. És molt difícil somniar en coses il·lusionants, sense que la il·lusió mori a mans del neguit de la incertesa. És molt difícil col·locar un gran amor en un prestatge del passat, desat amb cura en un armariet que tenim cada dia al davant, com als bufets de les cases de les tietes. És molt, molt difícil, viure amb expectatives canviants, sense patir més del compte. Però aquesta él la gràcia. I a mi, ara que dic tot això, m'ha costat de moment 51 anys de la vida. Sort que me'n queden uns altres 40 per acabar d'aprendre alguna cosa més. I és que tampoc no és pot ser feliç sense viure el fet que la vida és, potser només, un llarg aprenentatge.
    Joan

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  2. Hace unos días tuve un accidente de coche. La verdad es que tuvimos mucha suerte en el resultado: Daños materiales, susto impresionante y dudas eternas. Era una tarde tranquila y soleada, la carretera iba vacía y nosotros disfrutábamos de esos pequeños momentos de alegría que dan las cosas sencillas. No me podía imaginar que simplemente vivía la calma que precedía a la tormenta. Un obús que no veo venir, un derrape y un impacto que nos expulsa de nuestra pequeña felicidad y de la lógica universal.

    Durante un par de segundo que parecían vidas enteras, los dos coches chocaron, bailaron el son, por el medio de una pista de baile áspera y oscura, de la supervivencia. Me oí a mi mismo decir tres veces ‘virgen santa’ y por cada vez que repetía es letanía, en mi cabeza retumbaba un ‘controla el coche’.

    Cada mañana que nos levantamos, tiramos esos dados de la vida, con los que Dios, dicen, que no juega, y el resultado de la jugada es la vida que nos espera. Frené lentamente, paré en el arcén, me toque la cabeza esperando no encontrar nada, miré a mi acompañante y tocándola le pregunté si tenía algo. Estaba nerviosa e intenté tranquilizarla. ‘No pasa nada, los dos estamos bien’ le dije mientras ella escrutaba mi cabeza en busca de lo que yo no había encontrado. Supe que se había tranquilizado cuando maldijo a la bestia que había robado nuestro granito de felicidad.

    Caminé por el arcén y en vez de encontrar a un tipo chulo, rapado, tatuado, ‘encadenado’ y con mirada desafiante, me encontré a una chica rubia teñida, tatuada y pidiéndome perdón con una niña de unos tres años abrasada a su pierna y con el miedo agarrado a sus dos ojitos claros. No supe que decir. Pero me di cuenta que un ángel había pasado por ahí… y que en vez de exterminarnos como hizo con los primogénitos de Egipto nos miró desde arriba perdonándonos la vida a todos.

    Todo es accidental como diría Steiner. Muchas veces no hay respuesta a nuestras preguntas. Hay momentos de felicidad que duran lo que una lágrima tarda en recorrer una mejilla, hay impactos que nos sacuden sin saber porqué, hay momentos en que pides a un dios, en cual no sabes si crees y buscas la lógica y la razón. Esperas que las cosas tengan sentido, que todo sea como está estructurado en nuestra cabeza, pero resulta que no es así, ya que la que conduce un C4 a toda leña por una carretera desolada y por un temor mal medido te arrastra en la vorágine de su despotismo al punto más alto de tu impotencia, no es un monstruo de mil cabezas sino que resulta ser una madre con una niña pequeña de ojos tiernos, que la falta de sangre y cuerpos en hierros retorcidos como desenlace común, habitual y terrible se transforma en humillo de airbag reventados, olor a quemado y ligero dolor de cuello, que del coche plantado en un arado a 100 metros de la carretera, de la que salió de culo, salga una niña casi de pecho caminando, como en una excursión por el campo una tarde de sábado, sin un solo rasguño…

    No hay control posible, no hay respuestas adecuadas, no hay ‘las cosas son así’. Cuan indefensos estamos ante la vida, que nos da y quita a su antojo. Insignificantes somos y que poco poder tenemos. ‘Hay lo que hay’ nos dice esa mano que dirige el cubilete de dados que cada día lanzamos y ella controla con la mirada.

    ¿Qué pudo haber ocurrido? Lo pienso y tiemblo al imaginarme el robo, el atraco y el saqueo que mi alma podría haber sufrido. Esa que va perdiendo trozos a medida que pasa el tiempo. Trozos arrancados que no se pueden pegar con saliva y labios ajenos, alma desgastada y reducida por los amores rotos y las pérdidas tempranas. Pero un alma que siente y vibra con lo que tiene, con las cartas que le han dado para jugar y con lo mucho que se ha encontrado apostando y arriesgando. Muchas veces se pierde, pocas se gana. El camino es largo y alma poca como para pedirle explicaciones a la vida de lo que no podemos controlar.

    Todo es accidental y cuanta razón tenía Steiner.

    Misha.

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