jueves, 13 de agosto de 2009

Y UN PASO MÁS...

Hace ya un mes de mi último post, querría publicar algo antes de irme de vacaciones. Podría decir que he pasado unas semanas tranquilas, sin grandes excesos. Un herpes me dejó sin defensas y me condenó a un tiempo de encierro. Supongo que había que aceptarlo así. Aunque mi cuerpo clamaba tranquilidad, asexualidad y asociabilidad, mi mente no cejaba en su empeño de continuar maquinando, ¡qué difícil me resulta pararla!. Mi mejor terapia: leer y escribir. Que no publique en el blog no quiere decir que no escriba, que escriba no quiere decir que lo haga para mi misma. Yo necesito público, aunque sea un único destinatario, soy famosa por mis largos y dilatados mails.

Los hombres que no amaban a las mujeres, hace un año que supe de su existencia. Al principio quise leerlo, el título y la biografía de Larson llamaron mi atención. Después, al ver el libro en manos de todos los españoles, me tiré para atrás. Desde que leí el Código Da Vinci siento aversión por los best sellers. Pero el libro me llamaba constantemente. Hace poco vi a Pere Nieto con él en la mano, le pregunté, y me dijo que le estaba gustando, que había un personaje con el que creía que yo me identificaría, Lisbeth Salander. No puedo resistirme a la idea de identificarme con algo o con alguien, así que me fui al FNAC y me lo compré.

Este último mes, las mujeres han sido las totales protagonistas de mi vida. Las mujeres y D’ors, el hombre que apareció del pasado en el momento justo y por arte de esa magia que son para mi las nuevas tecnologías. Ahora lo sé. ¿Cómo mezclar a Dor’s, a Larson y las mujeres de mi vida? Me resulta difícil, aunque siento cada vez más fuerte la conexión. Intentaré ir por orden cronológico…

Dor’s apareció en mi facebook justo después de que lo dejara con mi ex. Al primer intento de acercamiento en el muro, lo ataqué llamándolo “típico machito ibérico”, a lo que él reaccionó con un largo y duro mail que me descolocó un poco. Se sintió insultado. Él no era así. Él era un hombre sensible que amaba a alguien imposible. Lo primero que me sorprendió fue que se indignara tanto. Me hizo ser consciente de que, en el fondo, yo no tenía tan mal concepto de ese término. Cuando lo usé ni siquiera sentí que le estuviera insultando, casi al contrario. Le pedí disculpas e iniciamos una abundante correspondencia a través de la cual él me explicó su historia de amor. Me tenía dividida. Por un lado me identificaba con él por amar tan profundamente a alguien que le hacía daño. Me recordaba a mi y, ¡ostia! ¡era un hombre!. Si hay hombres capaces de amar así ¿por qué mi ex no podía hacerlo conmigo?, sentía celos y rabia; por otro lado, yo había roto con un amor apasionado mientras él continuaba ahí, al pié del cañón, aguantando, esperando que su amada se diera cuenta de que estaban hechos el uno para el otro, ¿por qué yo no había aguantado? ¿acaso no era tan verdadero el amor que yo sentía?. Tenía que construir una estrategia argumentativa que sostuviera mi postura, y así lo hice, echando mano de todos los manuales de psicología de los que me había empapado durante los últimos meses, le expliqué mi historia, intentando que él entendiera lo que yo entendí un día, que el amor romántico no puede justificarlo todo, por muy intenso que sea.

Y es que en el fondo, ese es el gran dilema, amar apasionadamente ¿significa sufrir?, amar equilibradamente ¿significa renunciar a la pasión?. Si yo había roto con un amor que me hacía daño ¿significaba eso que lo que yo sentí no era real? ¿tenía que aferrarme a la idea de que mi ex estaba desequilibrado para entender que no me amó cuándo yo me entregué a él en cuerpo y alma? Pero si me entregué a él ¿por qué acabé abandonando? ¿era yo la que no lo amaba realmente?. En esa diatriba, Dor’s se mantenía firme, él la amaba y la esperaría hasta el fin de sus días si era necesario, si ella no respondía, la culpa sería de él por no haber sabido hacerle ver que su felicidad consistía en verla sonreír cada día. Por un lado me daba lástima, por otro me sentía celosa ¡ojalá alguien me quisiera a mi así!. Aunque él cree que yo no le digo todo lo que realmente pienso por que no quiero herirlo, la pura verdad es que me cuesta tomar partido por mis propias dudas interiores, por eso acabé optando por explicarle mi historia y mis motivaciones, por si a él podían servirle de algo. Un día nos vimos, a principios de año, y me pareció un hombre deshecho, me explicó todo de cabo a rabo y ni siquiera me preguntó y tú ¿qué tal?. Cuando llegué a mi casa, pensé: "Bueno Bridget, ahí tienes a otro egoista que sólo se preocupa por si mismo". Aún así su historia me cautivó, como lo hace un buen libro o una película. Al día siguiente tenía un mail en mi correo en el que me pedía disculpas por haber estado tan centrado en si mismo. Desde entonces, hay un cariño especial entre nosotros, no sabría decir, nos hemos enviado mails cortitos durante estos meses: "¿qué tal todo? Igual, a ver si nos vemos, estoy muy liado …". Cuando este mes de junio mi ex apareció en mi trabajo y me dijo una serie de cosas que no voy a repetir ahora. De forma casi instintiva, le escribí un mail a Dor’s y se lo expliqué. Él respondió sorprendido de que hubiera acudido a él, pero intentó aconsejarme y darme su opinión. Así empezamos a hablar más, hasta que hará unas tres semanas nos vimos cara a cara.

Cuando sabes que un hombre está enamorado de otra, te relajas más, te muestras más tú. Fue una noche tranquila, de charla mutua, ya no era sólo él quien explicaba sus cosas, hablamos de los dos. Ya no era el hombre deshecho del mes de enero, algo había cambiado en él, incluso físicamente. Después de esa noche, me escribió un mail que acababa diciendo que parecía que no fuera consciente de mis encantos, que tenía que ponerme en contacto con mi parte femenina, y manipular más. Le respondí que no. Que mi opción desde que lo dejé con mi primera pareja había sido no manipular, y que aunque eso me dejara sola en el mundo, pensaba mantenerme ahí con la esperanza de que algún día alguien me quisiera por lo que realmente soy y no por lo que pretendo aparentar. A partir de ahí, iniciamos una larga e intensa correspondencia sobre este tema. Él dice que las mujeres tenemos esa arma y que debemos usarla, que hemos sido las grandes perjudicadas de la historia y que hemos mantenido el poder a través de nuestra capacidad de ver más allá de lo que hay y de engatusar a los hombres, para que acaben haciendo lo que nosotras queremos que hagan, creyendo que son ellos los que han tomado la decisión. Yo le decía que no, que esa capacidad la tenemos todos y que si las mujeres la hemos desarrollado más, ha sido porque la sociedad nos obligaba, pero que el resultado es una mayoría de mujeres insatisfechas y de hombres immaduros que tienen miedo a crecer y a comprometerse por sí mismos. Yo creo en los hombres y precisamente por eso, quiero compartir mi vida con un igual.

Supongo que alguna cosa le moví, o eso espero.

Sé que las mujeres manipulamos, que nos engañamos a nosotras mismas y engañamos a los demás, sé que sabemos hacerlo. No quiero erguirme en una defensora a ultranza de todas las féminas. Me hartan las mujeres que se creen muy feministas y muy femeninas porque no permiten que sus parejas ensucien su casa, o que se enfadan porque ellos prefieren ir a ver el fútbol con sus amigotes a una cena romántica con su pareja. Pero también sé que no todas somos así, y que cada vez somos más las queremos crecer y desarrollarnos independientemente del otro.

Entre tanto, esta semana, mi amiga Carm me llamó una tarde desde comisaría, su exmarido había vuelto a amenazar de muerte a ella y a su hijo, y tenía una orden de alejamiento. Es una de las mujeres más fuertes que conozco y cuando me hablaba, sentía el miedo en su voz. De repente gritó: ¡está aquí, está aquí!. Nerviosa, le dije que no me colgara, que siguiera hablando conmigo hasta entrar en casa y cerrar con llave. Después le pedí que llamara a la policía. Quiere volver a Estados Unidos, es la única manera de superarlo. Pero no puede hacerlo, ya que él tiene un derecho de visitas vigiladas con su hijo que no se puede vulnerar. No sé expresar la rabia y la impotencia que siento cuando una situación de este tipo se presenta en mi vida real, más acá de las noticias y de los periódicos. El miedo al tipo de persona de quien te puedes enamorar. Por que ellos una vez, estuvieron enamorados, o eso creían.

Al día siguiente me llamó mi vecina llorando. El hombre con el que llevaba un tiempo saliendo, aquel que el mismo sábado le escribía un sms diciéndole que la quería y que pensaba mucho en ella, le escribía el domingo otro sms diciéndole que hacía tiempo que estaba enamorado de otra y que tenían que acabar su relación.

El martes quedé con una excompañera de trabajo que me quería comentar un tema immobiliario que surgía a raíz de su separación. Al final, acabó explicando como después de tres años sin mantener relaciones sexuales con su pasivo ex, después de que ella decidiera renunciar a ese placer porque en una relación habían cosas más importantes, después de ver como él la empezaba a culpar a ella de lo que le pasaba, se enteró de que había estado flirteando y enrollándose con otras, y se enteró porque, aquel hombre, necesitaba tanto explicar a todo el mundo lo mucho que ligaba, que acabó explicándoselo al hermano de mi amiga.

Un chico con el que salí hace un tiempo, me dijo que estaba saliendo con una mujer, pero que no era el amor de su vida, que no era la madre de sus hijos, que aún no me había olvidado que bla, bla, bla. Yo, que al principio me sentí halagada, reaccioné a tiempo y pensé que la Bridget que lo dejó no era la mujer que estaba entonces sentada frente a él. La Bridget que lo dejó era su actual pareja, la que ahora estaba en su casa pensando que había un hombre que la amaba mientras él le decía a otra, que en este caso era yo, pero que podía haber sido cualquiera, lo maravillosa que era, y lo inseguro que estaba de su relación.
Y así podría elaborar un post interminables con historias de este tipo...

Patético…¿qué les pasa a los hombres?, ¿qué nos pasa a nosotras?...

Los hombres que no amaban a las mujeres”. Lisbeth y Mikael analizan el caso de un asesino en serie de mujeres que utiliza la biblia para martirizarlas. Una noche, cuando Lisbeth se va a dormir, antes de cerrar la puerta de su habitación, se gira y dice: “no te confundas, no se trata de un asesino en serie, se trata de otro de esos cabrones que odian a las mujeres”.

El sábado cené con Sila y con Duc. En la conversación salió el tema del maltrato psicológico. Sila decía que ninguna mujer podía permitir que un hombre le dijera cosas del tipo ¡qué mal te sienta este vestido!, ¡no me gusta como cocinas! o ¡te estás poniendo gorda!. Que ella ya no se lo permitía a nadie.

D’ors me preguntó en uno de sus mails que con qué tipo de hombres me juntaba yo. Que todos no eran iguales.

Duc me dijo el lunes, que una de las cosas que le había dejado más pensativo de la cena del sábado, eran esos comentarios sobre el acoso moral. Que se sentía perdido…¿por qué no podía decirle él a su pareja que no le gustaba como le sentaba un vestido? ¿tenía que mentir?.

Toda esa serie de acontecimientos, ha rondado por mi cabeza estos días, sabía que había un nexo de unión pero no podía verlo. La información me atacaba desordenada. A su vez, este último mes he dejado mi vida sexual de lado, me tomé el herpes como una especie de señal de que debía relajarme. Y es que hace algún tiempo que vengo sospechando que ni siquiera el sexo por el sexo es algo inocuo. Que las mujeres mendigamos el amor incluso a través del contacto físico. Que ahora nos sentimos muy liberadas por que podemos vivir el sexo como lo viven ellos, pero algo me frenaba en esa actitud.

Hace un tiempo tuve una cita en mi casa con un hombre que me gustaba. Mientras lo esperaba, sabía a qué venía, sabía cómo acabaríamos, pero había algo que no dejaba que me relajara. Yo me decía a mi misma: ¿qué pasa Bridget? Este hombre te atrae, vas a pasar una bonita velada, hablareis de vuestras cosas, te mostrarás maravillosa y te dejarás querer. Mañana te mirarás al espejo y dirás ¿ves? Eres una tipa atractiva. Pero había algo ... quizá esa voz interior que no se expresa con palabras sino con símbolos, gestos y ademanes físicos. Más tarde, aquél hombre ya estaba en casa, ya cenábamos, ya compartíamos confidencias, ¿cómo iba yo a dejarlo a medias? ¿cómo iba a ser tan calientapollas?. Al final decidí hablar claro y posicionarme. Le dije, que no estaba segura de cómo quería que acabara la noche. Fui sincera. Él intentó convencerme y yo me mantuve firme en mi decisión, en algún momento dudé, pero no podía dejar de ser fiel a mi misma por no decepcionarle, y él finalmente, decidió respetarme. La noche acabó con una conversación agradable y con una serie de confidencias que seguramente no nos habríamos hecho si hubiéramos tenido sexo iniciando la trepidante aventura de la seducción mutua, del mira que guai que soy y que suerte tienes de tenerme en tu cama. Hoy, ese hombre, es un amigo, y siento hacia él un amor que no guarda relación con la seducción si no con el observarlo, entenderlo y sentir alegría por las cosas que le funcionan y por ver como poco a poco, se va encontrando a sí mismo.

Lisbeth Salander es una mujer inteligente, que se ve sometida a abusos sexuales por parte de alguien que cree poseer un poder sobre ella. Tras los hechos, valora sus posibilidades: acudir a la policía, acudir a gente de su confianza, acudir a los medios…descarta cada una de ellas por ineficaces y decide, finalmente, luchar sola. Realiza un acto que aunque se puede considerar de venganza sádica, no deja de ser de justicia. No lo mata, pero toma las medidas necesarias para encargarse de que no vuelva a hacerlo. El problema es que todo tiene un precio, y ella carga con su odio dónde quiera que vaya. Ese odio la condiciona hasta en la forma de dar los buenos días, aunque ella no se dé cuenta.

Los hombres que no amaban a las mujeres, es algo más que una novela de intriga. Larson observó de alguna manera como las cosas aberrantes que ocurren en mundos que consideramos marginales, tienen siempre un principio en formas de expresión o de actuación social y diariamente admitidas que, muy lentamente, se van degradando. Quizá en esa frase que te dice tu pareja relativa a cómo te sienta tu ropa, y en esa reacción automática e incontrolable que hace que, de repente, por eso que dice el hombre al que amas, te sientas incómoda dentro de ese vestido que tanto te gustó cuando te lo probaste, radique el germen de un odio que acumulado puede llegar a convertirse en violencia. Quizá eso, sea sólo el principio.

¿Dónde están hoy los límites de lo socialmente admitido? Un poco, sólo un poco, más allá de lo que lo estaban hace unos años aquí en España, cuando era normal que un marido pegara a su mujer. Hoy ya no está bien visto, pero mi amiga, amenazada de muerte, no puede huír de su exmarido por que él tiene un derecho sobre su hijo. Y evidentemente, tiene que tenerlo, porque es su hijo. Pero…la policía no puede garantizarle la máxima seguridad…¡joder!...

Dor’s dice, “manipula”; Duc dice, “¿por qué no puedo decirle a mi pareja que no me gusta su vestido?”. Mi ex decía, “al final, eres como todas”.

Es cierto. Me siento identificada con Lisbeth Salander. Por que observando las relaciones y las reacciones que tenemos las mujeres en general hoy, he decidido intentar poner mi granito de arena personal. No puedo denunciar a nadie por que me diga que no le gusta mi vestido, pero puedo intentar ser yo misma a toda costa, no disfrazarme de madre comprensiva, de amante maravillosa ni de amiga marchosa para gustar a un hombre. Soy yo, así tal cual, con mis virtudes y con mis defectos, quien me quiera que me acepte, quien no me quiera que se aleje de mi. No será el primero ni el último, y todo se supera en esta vida.

A tu pareja puedes decírselo todo, lo que piensas, lo que sientes y lo que temes, pero siempre con respeto. Con tu pareja, puedes negociarlo todo, la fidelidad, la convivencia, las vacaciones, todo, pero sabiendo que en una negociación las dos partes acaban cediendo en algo, y que no puedes acordar una cosa un día, y al día siguiente estar pensando en cómo vulnerar el contrato establecido entre los dos.

Llevo ocho meses exactamente desconfiando de cualquier hombre que se me acerca, estableciendo límites, y como muchos me han dicho, alejándolos con mi mirada inquisidora y desafiante. He aprendido que no es cierto que el amor llegue sin avisar, que hay un botón en la mente que si mantienes apretado, nada se dispara. Y así he estado, con mi botón apretado. Me hicieron daño, y lo que me queda hoy, es esa sensación de gilipollez profunda por no haberme dado cuenta de lo que pasaba. Pero también sé que sentí a fondo, cómo quizá ya nunca vuelva a sentir. Y no me arrepiento. También sé que otras veces fui yo la que hizo daño, fui yo la que engañó. Y eso me duele en el alma, más que ninguna otra cosa, pero ya pagué, ya me vengué, y también llevo a cuestas mi cuota de decepción.

Aún así, no puedo estar toda la vida enzarzada en un odio que es más hacia mi misma que hacia un tercero. Dentro de cada uno de nosotros, hombre o mujer, hay un manipulador, pero también hay un ser extraordinario y bueno, que en su niñez tuvo ilusiones, sintió amor y miedo, y cargó la mochila de esperanzas que con el tiempo se convirtieron en realidades a veces, y otras, en frustraciones.

Hoy, tengo el poder de elegir si quiero seguir sintiendo lástima de mi misma, culpar a otros y ejercer mi venganza, o si decido confíar en que sí que existen hombres capaces de asumir su responsabilidad personal en el mundo, y capaces de amar de verdad a una mujer. Y hoy sé, que hay límites que no se deben traspasar, ni siquiera en nombre del amor. El primero el respeto a ti misma, el segundo, el respeto a tu pareja, y el tercero, el respeto a todos los demás seres vivos.

Cualquier concesión que hagamos a nuesta pareja que vulnere nuestra dignidad, significa seguir colaborando con la idea de que el arma fundamental de una mujer, es manipular al hombre/niño que no sabe decidir por sí mismo. Y eso no es cierto. Aún hay muchas mujeres que creen que tenemos que salvar al hombre que nos acompañe, por que en el fondo son como niños. Pero cada vez somos más las que confiamos en ellos y los amamos con sus virtudes y defectos, como queremos que ellos nos amen a nosotras. Respetando su derecho a crecer aunque eso implique la ruptura de la relación.

Hoy ya puedo decir que, gracias a Larson con su libro, a Dor’s con su espontánea naturalidad para ofrecer amor, y a todas las mujeres que han decidido que no van a convertirse en quien no son para conseguir una pareja, he superado, el sexo paso, y he aprendido, que yo no negocio por debajo de mis propios límites, que el respeto hacia mi misma y hacia los demás, resulta más importante que el sexo, la pasión y el propio amor romántico, por que es lo único que me permitirá, a la corta o la larga, tener sexo, pasión y amar de manera real, a flor de piel, sin simulacros. Siendo yo misma, con alguien que sea él mismo y con toda la humanidad.

Si no es así, no quiero nada. Si a cambio de ello me quedo sola. Qué desgracia ¿no? Seguiré viajando por el mundo con mis amigas, divirtiéndome, escribiendo, experimentando y disfrutando de todas las cosas maravillosas que ofrece la vida, tan grande, tan inmensa y tan sorprendente...¿no era mejor morir de pie que vivir arrodillada?.

Bridget (yyo)

4 comentarios:

  1. Si llevara un sombrero me lo quitaba :D ah, gracias por chafarme la intriga del Larson (es broma). Me alegra que ya hayas pasado el sexto paso... Y justo a tiempo para tus vacaciones ;) Llévate dos packs de supervivencia :D

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  2. Bravo!! Me hace muy feliz,(a pesar de que evidentemente no me agraden ciertas reflexiones sobre mi), el ver que por fin comienzas a entender ciertas cosas..tal vez las hayas tenido que vivir en tu propia piel...pero era necesario, y estás aprendiendo mucho más de lo que tú misma crees..Todo pasa por algo, y el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio..no lo olvides jamás...Con todo mi cariño. Johnson.

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  3. me encantas....
    cre que cada persna lleva a sus espaldas mil cosas de las que comentas, mil caras... y cada uno saca la cara que mas le conviene, puede y/o quiere... eso es asi...
    cre k es difícil estar tan limpio con uno mismo/a como para aceptar, escuchar y llevar la presencia del otro/a a nuestro lado... a veces nos pesa mas lo nuestro... y mantener apretado el boton mental de "no te acerques demasiado"... porque duele... sintamos todo... cn todos... con los que elijamos... todo... lancemonos.. y vivamos... sin caras... o mostrandolas todas a la vez... sin miedo a mostrar quien somos realmente... respetandonos a nosotros mismos por ser de esas maneras... y haciendo k los demas nos respeten a su vez... repentado... las caras de los demas... y aceptando... lo k sea que venga.
    te kiero guapa

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  4. Content d'haver-te provocat reflexions amb el llibre. Però segueixes demostrant la teva gran capacitat de reflexió i de compartir els teus sentiments i la teva vida. Ets un encant. Pere

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